Julia de Burgos
Nace en el Barrio
Santa Cruz de Carolina el 17 de febrero de 1914 y muere en Nueva York el 6 de
julio de 1953 a los 39 años. Fue la mayor de trece hermanos. Estudió en la
Escuela Normal, hoy Facultad de Educación de la UPR, Recinto de Río Piedras y
obtiene el Certificado de normalista en mayo de 1933. Contrae matrimonio en
1934 con Rubén Rodríguez Beauchamp. Trabajó como maestra en una escuela rural
en el Barrio Cedro Arriba de Naranjito en 1935. A partir de ese año comienza a
publicar poemas en revistas y periódicos de la época como El imparcial y
Alma Latina. Burgos conoce a Luis Lloréns Torres quien respaldó su
producción poética y la incluye junto a Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y
Alfonsina Storni en un ensayo sobre poetas hispanoamericanas.
La obra poética de
Burgos se recoge en tres libros: Poema en veinte surcos (1938), Canción
de la verdad sencilla (1939) y El mar y tú (1954); aunque hay otros
poemas que no figuran en esos libros porque se publicaron en periódicos y
revistas o que la poeta regaló a las
amistades y éstas a su vez las dieron a conocer luego de su muerte. El primer
libro aborda una temática variada y algunos de sus poemas se vinculan con la
experiencia amorosa. Uno de sus poemas más conocidos “Río Grande de Loíza”
presenta la experiencia amorosa del sujeto femenino que personifica al río.
Para 1938, año de
la publicación de su primer libro, Burgos estaba separada de su marido. En
noviembre de ese mismo año llega a Puerto Rico el médico dominicano Juan Isidro
Jiménez Grullón para dar unas conferencias. Burgos lo conoce en el Ateneo
Puertorriqueño donde Jiménez Grullón se presentó. Allí la poeta le pide que lea
su libro para que le dé su opinión al respecto. Aquel momento fue crucial para
Burgos porque quedó enamorada de quien se convertiría en el amor de su vida.
Luego de varios encuentros comienzan a convivir en Puerto Rico. El viaja a
Nueva York en 1939 y ella lo sigue. Posteriormente, en 1940 se trasladan a
Cuba.
Esa relación le
permitió a Burgos escribir su segundo libro que se publica al año siguiente. El
mismo contiene 33 poemas dedicados a la experiencia amorosa. Este libro
concluye con un poema que lleva el mismo título del libro; aquí la voz femenina
expresa la unidad que logra con el sujeto amado.
La primera parte
del tercer libro continúa la temática amorosa. Aquel río amante deviene en mar.
No obstante, se advierte la desintegración de esa experiencia. La relación con
Jiménez Grullón no llegó al matrimonio que tanto quería Burgos. La presión de la
familia que no aceptaba a Burgos le impidió tomar esa decisión. El 19 de junio
de 1942 Jiménez Grullón la abandona y le da el pasaje para que ella regrese a
Nueva York. La desesperación se apodera de sus versos, la tristeza y el deseo
de la muerte sustituyen la alegría y la pasión. Aunque contrajo nupcias por
segunda ocasión, no pudo superar la crisis de la ruptura con Jiménez
Grullón. En Estados Unidos, colabora en
la Revista Pueblos Hispanos junto al
poeta Juan Antonio Corretjer y escribe varios poemas en inglés.
Julia de Burgos
marca un momento importante en la literatura puertorriqueña ya que escribe
sobre una experiencia íntima de la cual solo el hombre podía abiertamente
expresar, lo cual no era común en la mujer. Su poesía es una manera de exigir justicia
hacia los marginados y la igualdad con el sujeto masculino. El segundo
movimiento feminista que surge en la década del 70 (siglo XX) retoma la figura
y la obra de Julia de Burgos para fortalecer su lucha por nuevos derechos. A
partir de ese momento, poetas y narradoras como Olga Nolla, Rosario Ferré,
Vanessa Droz, Ángela María Dávila, entre otras más escriben sobre diversos
temas, uno ellos la experiencia amorosa, para expresar su sentir y también para
exigir la igualdad.
Poemas
de Julia de Burgos (Carolina, Puerto Rico – 1917-1953)
Poema en
veinte surcos (1938)
Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo mi yo.
Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo; y el más
profundo abismo se tiende entre las dos.
Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.
Tú, miel de cortesana hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.
Tú eres como tu mundo, egoísta; yo no;
que en todo me lo juego a ser lo que soy yo.
Tú eres sólo la grave señora señorona;
yo no; yo soy la vida, la fuerza, la mujer.
Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a todos,
en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.
Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento, a mí me pinta el sol.
Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.
Tú en ti misma no mandas; a ti todos te mandan;
en ti mandan tu esposo, tus padres, tus parientes,
el cura, la modista, el teatro, el casino,
el auto, las alhajas, el banquete, el champán,
el cielo y el infierno, y el que dirán social.
En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de aristocracia; y yo, la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se lo debes,
mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.
Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor social,
somos el duelo a muerte que se acerca fatal.
Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.